La tecnología carece de autoestima:
hierve con las preguntas,
le inquietan las señales
un par de ventanas más al norte.
Igual tu nombre, que borra las vocales
y no impide el divorcio de nuestras
maletas.
Una estación, aperitivo, cinco días.
Con las muñecas rotas
te estoy diciendo adiós.
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